Abraham Lincoln
«No somos enemigos, sino amigos. No debemos ser enemigos. Si bien la pasión puede tensar nuestros lazos de afecto, jamás debe romperlos. Las místicas cuerdas del recuerdo resonarán cuando vuelvan a sentir el tacto del buen ángel que llevamos dentro».
Discurso de Gettysburg (Pensilvania).
«Hace cuatro veintenas y siete años nuestros padres crearon en este continente una
nueva nación, concebida en Libertad y consagrada al principio de que todos los hombres son creados iguales.
Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba
si esa nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede
perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de
esa guerra. Hemos venido a dedicar una porción de ese campo como lugar
de descanso final de los que aquí dieron sus vidas para que esa nación
pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal
cosa.
Pero en un sentido más amplio, no podemos dedicar, no podemos
consagrar, no podemos santificar este suelo. Los hombres valientes,
vivos y muertos, que lucharon aquí ya lo han consagrado muy por encima
de lo que nuestras pobres facultades puedan añadir o restar. El mundo
apenas advertirá, y no recordará por mucho tiempo lo que aquí digamos;
pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí.
Nos corresponde
antes bien a nosotros, los vivos, consagrarnos a la inconclusa empresa
que los que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos
más bien nosotros los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que
aún nos queda por delante que de estos muertos a los que honramos
tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron la
última medida colmada de celo. Que resolvamos aquí firmemente que estos
muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, bajo el amparo de Dios, vea renacer la libertad; y
que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no
desaparezca de la faz de la Tierra».
Abraham
Lincoln (Hodgenville, Kentucky, 12 de febrero de 1809 - Washington
D.C., 15 de abril de 1865. Decimosexto Presidente de los Estados
Unidos).
Nunca olvidar...
Hace 100 años, a lo largo del mundo, se estuvo librando
uno de los conflictos más mortíferos de la historia de la
humanidad, la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra (28 de julio de 1914 -
11 de noviembre de 1918). Más de 60 millones de soldados lucharon en «la guerra que acabaría con todas las guerras»... pero no acabó nada.
«Les prometo que esta va a ser la última guerra, la guerra que acabará con todas las guerras». Estas fueron las optimistas palabras del vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos, Thomas Woodrow Wilson (Staunton, Virginia, 28 de diciembre de 1856 - Washington D.C., 3 de febrero de 1924), a finales de un acontecimiento bélico tan horrible que los vencedores, y no menos los vencidos, necesitaban creer que sus numerosos sacrificios quedarían reflejados en mayores beneficios que persistieran en el tiempo. Nada más lejos de la realidad. Y no son únicamente las personas quienes sufren las consecuencias de un conflicto; también las sufren los demás seres vivos y hasta el propio planeta con la devastación. Aprovechemos bien el espacio que la Tierra nos ofrece de sí misma y la oportunidad que nos brinda para vivir, y devolvámosle el favor cuidándola y respetándola ya que sin ella, entre otros muchos factores, no existiríamos.
«Les prometo que esta va a ser la última guerra, la guerra que acabará con todas las guerras». Estas fueron las optimistas palabras del vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos, Thomas Woodrow Wilson (Staunton, Virginia, 28 de diciembre de 1856 - Washington D.C., 3 de febrero de 1924), a finales de un acontecimiento bélico tan horrible que los vencedores, y no menos los vencidos, necesitaban creer que sus numerosos sacrificios quedarían reflejados en mayores beneficios que persistieran en el tiempo. Nada más lejos de la realidad. Y no son únicamente las personas quienes sufren las consecuencias de un conflicto; también las sufren los demás seres vivos y hasta el propio planeta con la devastación. Aprovechemos bien el espacio que la Tierra nos ofrece de sí misma y la oportunidad que nos brinda para vivir, y devolvámosle el favor cuidándola y respetándola ya que sin ella, entre otros muchos factores, no existiríamos.
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